La evolución de la industria del epóxico es una historia fascinante que, con el tiempo, ha dado lugar a una industria con aplicaciones revolucionarias. La historia del epóxico comienza en 1884, cuando el químico Alfred Einhorn sintetizó un nuevo compuesto a partir de etileno y formaldehído. Este compuesto se denominó "epóxido", que posteriormente se conocería como epóxico al combinarlo con poliol o ésteres. Si bien esta formulación original tuvo numerosas aplicaciones prácticas, su uso fue limitado debido a su alto coste y la escasez de materias primas. En la década de 1940, varios investigadores trabajaron para mejorar las formulaciones originales del epóxico, incluyendo al estadounidense Richard Condon, quien descubrió cómo aumentar su durabilidad utilizando polioles derivados del petróleo, como el óxido de ciclohexano y la resina fenólica novolaca. Al mismo tiempo, científicos británicos comenzaron a experimentar con diferentes agentes de curado, como aminas y ácidos, lo que dio como resultado un producto mejorado que podía utilizarse para laminar superficies como la madera contrachapada, haciéndolo más resistente que antes y allanando el camino para las técnicas modernas de fabricación de materiales compuestos. Durante la Segunda Guerra Mundial, las aplicaciones militares de los epoxis aumentaron drásticamente, creando una demanda de materiales de mejor calidad, lo que llevó a los proveedores a desarrollar propiedades únicas como resistencia al calor, flexibilidad a bajas temperaturas, resistencia química, etc., lo que les permitió cumplir con los requisitos específicos necesarios en la producción de piezas de aviación. El desarrollo de esta tecnología continuó hasta bien entrada la década de 1950, donde se lograron avances tanto en los métodos de producción de resinas sintéticas como en los producidos conjuntamente con mezclas de caucho natural y sintético combinadas con rellenos como el amianto, creando lo que hoy conocemos como "elastómeros rellenos" o plásticos reforzados con caucho (FRP). A principios de la década de 1960, varios procesos se refinaron significativamente lo suficiente como para que se pudieran implementar sistemas de producción a granel de grado industrial, lo que impulsó nuevos desarrollos hacia la adición de colores y otros aditivos, dando lugar a los modernos epoxis modificados de alto rendimiento utilizados en múltiples industrias, que van desde la construcción y la ingeniería hasta el diseño automotriz, hasta hace poco, las soluciones de empaquetado de semiconductores utilizaban formulaciones complejas que requerían capacidades precisas de pulvimetalurgia, entre otras, junto con tecnologías de recubrimiento cerámico con partículas de polvo de diamante, lo que permitió a los fabricantes de herramientas de corte alcanzar niveles de eficiencia sin precedentes tan solo dos décadas antes de este período. Esta línea de tiempo muestra lo lejos que hemos llegado desde la primera invención en 1884, que culminó en una complejidad cada vez mayor que crece exponencialmente y se activa mediante una investigación en continua evolución que actualmente supera los límites y supera cualquier expectativa inicial durante la vida de Alfred Einhorn, abriendo posibilidades nunca soñadas posibles, poniendo fin así a un notable viaje evolutivo que vincula los avances del pasado con los del presente y beneficia enormemente a las generaciones futuras en todo el mundo.
Hora de publicación: 27 de febrero de 2023